Freak Show

¿A quién se le ocurre celebrar una fiesta de disfraces en pleno diciembre y en un pueblo cuya temperatura es 4 grados menor que la ya de por sí gélida Valladolid? Bingo. Aquí en Sociopatía empática, que nos pasamos Halloween un poco por el forro, decidimos el pasado sábado montarnos una Terror Party. Y es que, como dice Toño, “Cómo nos gusta complicarnos las meriendas...”.



Tras la quedada en la city, nos repartimos en los coches y nos encaminamos hacia la casa. Ktulu y yo, adictos por excelencia a las pelis de miedo, comentábamos que el rollo “grupo de amigos que dan una fiesta cargada de alcohol lejos de la ciudad” venía al pelo para rodar nuestra propia película. Creo que “Dark Potato” fue el título más votado. Llegamos todos ilesos y tras los pequeños reparos para bajarse del coche (yo fui la primera, así que de ser esto una peli ya estaría fiambre), entramos en la casa. Mientras Geñi, Jose y Toño enrojaban la chimenea, Arcángel y yo calentamos las pizzas. Cris, Ktulu, Vane y Keny se encargaron de poner la mesa. Mucho movimiento, que hacía un frío del carajo (¿Cómo es posible que haya menos de cero grados en una casa?). Una vez la cena estuvo lista, decidimos que era mejor disfrazarnos antes de que fuese demasiado tarde y la congelación nos impidiese movernos. Los primeros en terminar fueron Arcángel y Ktulu, muy aplicados ellos. Arcángel se vino a la habitación donde yo ejercía de maquilladora oficial y me curraba la palidez de Keny y Vane antes de rematar a Cris. Ktulu esperó fuera y hizo su aparición una vez que encontramos la mano ensangrentada que había dejado en la puerta. Todo muy serie B (que me encanta).



Para los que no estéis muy puestos en la cosa de las meriendas, informo: nos metimos al cuerpo cinco pizzas familiares, dos tortillas (la de Cris fue la que inspiró el “Dark Potato” por su forma sospechosa), una bandeja entera de los canapés de Arcángel (dios, qué buenos estaban), un pan, pijadas varias para acompañar (como aceitunas, patatas...) y una mousse de chocolate de postre para cada uno. Todo esto bien regadito con calimocho de la tierra cortesía de Geñín, que luego fue sustituido por el Don Simon de toda la vida (ni un cartón picado, que es como si nos hubiese tocado la loto).



Con los juegos empezó la gente a denotar los efectos del alcohol. Arcángel tuvo un romance con la mano sanguinaria (sí, suena fatal pero no lo voy a cambiar que para eso escribo yo :P), Ktulu nos demostró lo bien que se le da hacer de Patriarca Gitano, Morticia supo beber sin manos, yo me libré la casilla horrible de “no decir tacos”. El Maragato fue otro cantar. Todos aprendieron como campeones a excepción de Geñín, que se bebió hasta el agua de los floreros por ser incapaz de decir de corrido el “Felipejuanfroilandetodoslossantos, borbonporexcelecia, quecomeyduermeynodaguerra durantetodoslosdíasdelaño paraelnúmerotal”. El último juego de “El pueblo duerme” acabó con Jose, que se durmió pero de verdad. Arcángel siempre tuvo cara de culpable y se cargó tranquilamente a la mitad de nosotros pese a las acusaciones. Cacé a Cris a la primera y Toño se llevó el trofeo de Asesino del Año con sólo dos supervivientes a su gesta. A eso de las cinco pidieron cama los currantes, dejándonos a los de siempre (Ktulu, Arcángel, Cris y una servidora) terminando la noche con un último juego sobre una caja de pizza.



De madrugada, tocó piltra y nos fuimos a nuestras respectivas. Algunas dormimos 3 horas y otros tuvieron más suerte, pero por el momento queda un buen recuerdo que nos anima a seguir con esto de las fiestas temáticas. Se barajan Grease y Fama por el momento. ¿Alguna idea? Dejamos abierto el buzón de sugerencias :).