Costumbrismo
Comentaba anoche con una amiga que los fines de semana largos provocan también síndrome post-vacacional. Y es que es cierto. Llevo de “puente” desde el miércoles y volver esta tarde al antro (la facultad) me está pareciendo un reto inabarcable. “Pues menuda quejica”, estareis pensando. Bingo. Quejarme es, junto con el tumbing y el drinking, mi deporte de riesgo favorito. Pero a ver, ¿a qué alma cándida puede apetecerle acudir a clase en estas condiciones? Mi profesora de diseño tiene toda la pinta de Bruja Mala de Blancanieves, con el factor miedo añadido por ser un cayo malayo. Me piré la última clase de italiano, con lo que esta tarde cuando llegue la flacucha y me pregunte algo haré el ridículo más espantoso diciendo cosas tan inteligentes como “Io non... non... pasaparole?”. Tampoco me apetece demasiado ir a segunda, donde la profesora con pinta de monjita da los apuntes a la velocidad de los comentaristas de fútbol y me deja la muñeca hecha unos zorros. Y ya, sé que la cafetería siempre es una buena opción... pero yo me había prometido ir a todas las clases (¡ja!) y empiezo a sentirme culpable en octubre. En fin, que menudo rollo costumbrista os estoy metiendo al cuerpo. Mejor me voy a comer a ver si me entran las ganas de convertirme en alumna del año. Deseadme suerte. Abrazos para todos.